Sábado: Gruyères
Gruyères es un pueblo medieval que se encuentra a 1 hora 15 minutos en
tren desde Lausanne. Ya el viaje es hermoso, el tren recorre un primer tramo bordeando el lago hasta Palièzieux, y ahí hay que hacer un cambio de tren para llegar finalmente al pueblo atravesando una zona rural.

Una vez en Gruyères, hay dos caminos alternativos para ir desde la estación al pueblo, los dos suben por una pequeña colina hasta llegar a la antigua calle principal. Son similares en cuanto a pendiente y distancia, sólo que por uno se accede directamente al medio de la calle principal, y por el otro se accede desde el extremo opuesto al castillo.


La calle principal tiene aproximadamente 200 metros. En ella encontramos hoteles, restaurantes, y negocios de souvenirs. La especialidad de la zona es, obviamente, el queso Gruyère, así que el calor no impide que la gente coma fondue o
raclette, lo que hace que la calle se inunde de olor a queso. También sirven un postre típico, los merengues con crema doble, y en algunos casos también con frutas frescas. Los lugareños te dicen: 10 segundos en tu boca, 10 años en tu trasero!!!! y así debe ser jjajajaja

La verdad que hacía tanto calor que optamos por unos ricos sandwichitos de jamos crudo y queso gruyere y un heladito de chocolate que estaba delicioso!!! Y nos prometimos volver en época de frío por la tan venerada fondue. Lo mejor del almuerzo tipo picnic fue comer disfrutando de tan linda vista.

En el pueblo visitamos la Fromagerie (fábrica de queso) “La Maison du Gruyère” donde hay un recorrido con audioguía en varios idiomas. El audioguía es una mezcla de celular y control remoto. Uno elige el idioma, va marcando los números que figuran en carteles a lo largo del recorrido y así escucha la explicación. Muy buen sistema y muy gracioso el relato en español!!!
Y también visitamos el castillo. Se lo puede recorrer casi en su totalidad, siguiendo los carteles indicativos y un folleto explicativo que también estaba en español, en el cual se describen las características principales de cada habitación, así como también tiene una reseña de su historia. Cada hora hay una función de un audiovisual que cuenta la historia del castillo. Esto también se puede disfrutar en varios idiomas, y nos sorprendió gratamente, ya que hemos visto “audiovisuales” o “espectáculo de luz y sonido” en otros sitios turísticos que dejan mucho que desear. En este caso es un breve relato de la historia del castillo realizado como si fuera un cuento fantástico. Me hizo acordar mucho a la película
“Willow”
Lo que más me gustó del castillo fue la cocina, la sala de música, el patio con pisos de guijarros, y la vista desde cada una de las torres. Les dejo algunas fotos.







Domingo: Le Chateau de Chillon
El
Castillo de Chillon es el monumento histórico más visitado de Suiza. Su construcción, realizada sobre un islote rocoso, se remonta al siglo XII, y está en una posición estratégica por la protección de su foso natural, y porque desde ahí se controlaba el paso entre el norte y el sur de Europa. Se encuentra apenas pasando la ciudad de Montreaux, a orillas del lago Leman. Nos tomó 35 minutos en
tren llegar.

Apenas uno baja del tren, casi a orillas del lago, ya se puede ver el castillo.
Estuvimos un rato largo recorriendo el camino peatonal que bordea el lago, mirando el castillo de cerca, de lejos, de un costado y del otro, como queriendo verificar que algo tan hermoso fuera real.

A un costado del castillo, hay una zona con bajada al lago para nadar (había gente en el agua) y nos sorprendió que había un par de parrillas y gente haciendo asado!!! La próxima vamos nosotros también con algo para hacer a la parrilla.

Y del otro lateral del castillo hay un pequeño jardín con un kiosco que vende sandwiches y bebidas, y hay sillas para comer ahí mismo.
La visita al castillo se realiza de la misma manera que en el castillo de Gruyères, con un folleto explicativo en castellano y siguiendo las flechas que indican el recorrido. Se puede visitar también prácticamente todo, incluso las torres (mamita qué escaleritas!!!)



Lo que más me impresionó esta vez fueron las catacumbas, en el subsuelo del castillo. La verdad, es un lugar que me dio como miedo. Se veían las paredes con marcas de nombres, de quienes estuvieron ahí presos. Tenían distintos niveles de celdas, cuanto más abajo más tétrico. La prisión es célebre porque Lord Byron relató la cautividad de Francois Bonivard en su poema
“El Prisionero de Chillon”


Y después de la visita, fuimos a caminar por la costanera de Montreux. Sólo pudimos recorrer el paseo costero, pero es tan lindo que nos prometimos volver a conocer más de la ciudad.
Hay una plataforma para tirarse a nadar al lago, fuentes de agua, y lo más bizarro, una estatua de Freddie Mercury porque se inspiró en esta ciudad para componer su tema “This could be heaven”




Y eso fue todo nuestro fin de semana de mini turismo. Besos a todos!!!