Allá fuimos, en tren y provistos de unas cuantas empanadas de atún para comer en el camino.
El pueblo es muy pequeño, la estación de tren es muy antigua y desde ahí caminamos en dirección al sendero botánico. En un abrir y cerrar de ojos habíamos cruzado el centro y estábamos en las afueras, caminando entre establos y tambos, viendo las vacas pastar al lado nuestro. Nos costó un poco encontrar el principio del sendero (tanto que terminamos caminando por la banquina de la ruta, y atravesando una propiedad privada) pero finalmente lo encontramos, y a medida que lo íbamos caminando el bosque se hacía más tupido, el camino desaparecía y se convertía en una alfombra de hojas secas bajo nuestros pies.

Cruzamos mucha gente que iba y venía, y llegamos a una pequeñísima capilla en la montaña desde donde se veía todo el pueblo, dominado por la Iglesia que sin duda es la edificación más grande e imponente de todo el caserío.
Ya de vuelta en el pueblo, nos sentamos a merendar en un restaurante que se llama “La Cremerie” y que todos los platos que ofrecen vienen con una suculenta porción de crema en una compotera aparte, para agregar al gusto. Comimos unos merengues con helado de chocolate, acompañados por esa crema espesa, densa y pura, sin agregado de azúcar ni vainilla, y sin batir. Realmente nunca había visto algo así, era crema pero parecía ese queso fundido saborizado para untar (Tholem en Buenos Aires). Y tomamos un café, por supuesto con crema.









Algunos comentarios que no encontré en el post sobre el paseo por Chatel St Denis.
ResponderEliminarEl primero es que el camino al sendero botánico estaba bastante oculto y más de una vez pensamos en volver atrás y sentarnos en el café (que lo teníamos en la cabeza desde que llegamos al pueblito). Creo que el principal motivo por el que seguimos fue que vimos una pareja bastante mayor volviendo por el sendero y en ese momento ambos pensamos lo mismo por dentro -si ellos pudieron... vamos! (mirada cómplice de por medio).
El otro comentario es acerca del plato bomba que nos comimos; no hay excusa alguna, es cierto, lo terminamos sin problema. Pero sólo para que el sentimiento de culpa no sea tan grande quiero aclarar que los que estaban en la mesa de al lado se terminaron un plato igual, cada uno! En serio tengo miedo por la salud de esos chicos... creo que los internaron cuando salieron del café :P
jajajaja es cierto que la caminata no fue toda color de rosas... de hecho actualicé esa parte del post aclarando que tuvimos que cruzar una casa y caminar por unos pastizales al lado de la ruta... Y obvio que la foto que me sacaste con cara de "odio la subida" y en modo pálido ON no la puse...
ResponderEliminarDeberíamos haberle sacado una foto al balde de crema que les trajeron a los de al lado... era el doble que el nuestro! yo creo que medio kilo de crema tenía como mínimo...
Chicos dos comentarios de mi parte, primero me encanto lo que describis de la crema de leche, me hizo recordar a mi abuela o sea tu bis-abuela de Entre Rios, cuando era chica desayunabamos todas las mañanas despues del ordeñe con crema casera tal cual vos la describis, con dulce de leche y pan ambos caseros. El sabor es exquisito!!!!! nunca lo olvide.
ResponderEliminarEn cuanto a las subidas y caminatas por el bosque son gratificantes,al silencio solo interrumido por el ruido del viento en los arboles, o el crujir de las hojas,el olor a bosque, aprendan a disfrutar de eso, animo para cuando tengan otra y piensen en nosotros, ademas recuerden "Si no lo hacemos ahora...." Otra cosa positiva de la subida, quemaron calorias asi que el postre sumo menos.
Besos y me encanto el paseo, quiero ir. La Tia Eva